Yo llegué a La Guajira por los hilos.
En La Guajira, la agricultura no empezó con un tractor, sino con la terquedad de un wayuu que decidió sembrar en el desierto. Desde las huertas de Libardo Pushaina hasta las cocinas donde renacen las recetas de las abuelas, FUCAI y Manos Unidas acompañan un proceso en el que la soberanía alimentaria se construye con agua escasa, semillas resistentes y una certeza profunda: las soluciones nacen de las propias comunidades wayuu.
