Tensar y soltar

Por Segio Martínez

sergio.martinez@fucaicolombia.org

La Fundación Caminos de Identidad propuso estudiar el tejido Wayuu antes de pensar en mercados. Encontramos un diplomado en la Universidad UNAD que ofrecía la oportunidad de comprender su técnica. En esas clases aprendimos a contar puntos, a calcular tensiones y a seguir la geometría de cada diseño. Yo, que siempre me creí incapaz de tejer, descubrí la lógica del proceso, aunque mis manos seguían torpes.

El aprendizaje fue preciso y lento. Pasábamos horas observando cómo los patrones se repetían con exactitud matemática. Tomaba apuntes, calculaba, dibujaba. Pero cada vez que intentaba transformar la teoría en práctica, los hilos se enredaban y la aguja parecía tener voluntad propia.

Meses después viajé a La Guajira. Una tarde, fuera del hotel, vi a una mujer mayor tejiendo en silencio. Su mirada era severa, casi intimidante. Me acerqué y le pregunté cómo lograr que el hilo cediera. Ella me observó un instante y, sin decir mucho, me invitó a sentarme.

Sus manos comenzaron una danza contenida. Me pidió que colocara los dedos de cierta manera, que girara la hebra en un ángulo exacto, que escuchara el ritmo del hilo. Su paciencia, el movimiento de sus dedos y el silencio que nos rodeaba crearon un espacio distinto, suspendido.

Entonces comprendí que el tejido es más que cálculo y técnica. Es una lección de vida: saber cuándo tensar y cuándo soltar. Ese momento reacomodó algo en mi mente. No me convertí en maestro tejedor, pero hallé un patrón que ahora guía mi forma de actuar.

En el trabajo, tensar es fijar metas claras, exigir precisión, sostener el ritmo de un proyecto. Soltar es escuchar, permitir que una idea inesperada se abra camino. En las finanzas, tensar es cuidar el presupuesto y definir un ahorro mensual; soltar es aceptar que los mercados cambian y dejar que una inversión madure sin ansiedad. En los desafíos colectivos, soltar es adaptarse a una pandemia o a la sequía del río Amazonas que trastorna planes; tensar es volver a planear en detalle cuando la sequía desbarata los proyectos. En las conversaciones difíciles, tensar es plantear un desacuerdo con firmeza; soltar es guardar silencio para que la empatía tenga lugar. Incluso en la vida personal, tensar es cuidar la disciplina —comer bien, hacer ejercicio, aprender algo nuevo—; soltar es darse permiso para descansar, improvisar un viaje o simplemente mirar el cielo.

Como en el tejido, se puede calcular la tensión, pero casi siempre la intuición decide el momento de aflojar. Un algoritmo puede decir cuándo apretar el hilo, pero sólo la experiencia enseña cuándo dejarlo fluir. Cada vez que veo una mochila Wayuu recuerdo aquellas manos pacientes y el descubrimiento de que vivir, como tejer, consiste en tensar y soltar en el instante justo.

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