La triple frontera amazónica: un análisis desde una perspectiva internacionalista
Por: Luis Alejandro Verjan Castañeda
alejandro.verjan@fucaicolombia.org
Desde el punto de vista teórico conceptual de la disciplina de las Relaciones Internacionales, es posible evidenciar un claro disenso en la definición del término “frontera”, dicho disenso varía según argumentaciones teóricas que se han dado a lo largo de la historia y que no logran discernir lo que realmente es una frontera y mucho menos una triple frontera. He aquí nuestro punto principal de análisis: la teoría de las Relaciones Internacionales falla al momento de describir e interpretar el concepto de las fronteras.
No escribo desde una postura anti-teórica. Las teorías de Relaciones Internacionales han sido esenciales para entender los marcos institucionales, jurídicos y políticos que rigen las fronteras, y reconozco su valor como herramientas de análisis. Sin embargo, mi experiencia en la triple frontera amazónica, donde las líneas nacionales se difuminan frente a identidades indígenas transversales y dinámicas cotidianas compartidas, me llevó a adoptar una mirada ecléctica. Esta experiencia me llevó a cuestionar la rigidez con la que muchas veces se interpretan los conceptos desde el centro académico. Más que rechazar las teorías, propongo ampliarlas desde lo vivido, lo comunitario y lo territorialmente diverso.
Teniendo en cuenta lo anterior, contaré desde mi perspectiva como internacionalista lo que viví en la triple frontera de Colombia, Brasil y Perú en el corazón del Amazonas. Hoy más que nunca soy consciente de que la interpretación crea el concepto, y por ende, no es posible delimitar una definición exacta de lo que es una frontera. Sin embargo, es necesario describir las diferentes interpretaciones del entorno para lograr estructurar lo que se puede llegar a considerar frontera.
Foto de la frontera terrestre Colombia - Brasil
Empecemos por los protagonistas de nuestra experiencia, las comunidades indígenas de la región: Ticunas, Cocamas y Yaguas. Si algo entendí perfectamente desde que empecé a escucharlos hablar sobre su sentido de pertenencia en el territorio, es que no se consideran ni colombianos, ni brasileños, ni peruanos (al menos en principio), se consideran indígenas. Este sentimiento de unión identitaria indígena es crucial en la consolidación y conservación de las tradiciones y costumbres ancestrales de estos pueblos, sin ellas poco a poco se desvanece lo que son, por eso es tan importante visibilizar y ser conscientes de que aunque están políticamente en un territorio y hasta son identificados legalmente con dobles nacionalidades, su interpretación va mucho más allá, eliminando límites políticos y económicos con tal de proteger su identidad y sus tradiciones. Esto no solo nos permite evidenciar que la conceptualización y delimitación de las fronteras aplica o no aplica dependiendo de la apreciación que se analice, sino también, que las fronteras en gran medida son una imposición a los pueblos minoritarios, que en este caso son las comunidades indígenas.
Foto con Myrian (Ticuna brasileña) y Cocinera Ticuna de la comunidad San Martín.
Ejemplo de cómo escuchamos a las comunidades y sus líderes.
Como segunda interpretación de este contexto, nos encontramos con el interesante punto de vista de los habitantes de los cascos urbanos de Leticia, Colombia., Tabatinga, Brasil., y Santa Rosa de Yavarí, Perú. Esta perspectiva es sumamente interesante por el contraste que es posible evidenciar a simple vista. Con pasar una calle, o atravesar un corto trayecto en lancha, nos encontramos con diferentes idiomas, monedas, personalidades, canciones, expresiones, gastronomía, entre muchas otras cosas que crean un espacio intercultural que sobrepasa el entendimiento teórico de la frontera y que se sobrepone ante las divisiones políticas estatales. Cuando lo pensamos a detalle puede llegar a parecer irónico, porque por un lado, es imposible no evidenciar la mezcla de culturas en este entorno: restaurantes con platos de tres países, personas que hablan lenguas indígenas o también español y portugués, y un comercio intenso que circula productos de las tres naciones. Por otro lado, también es evidente que los espacios urbanos conservan características claras de sus Estados respectivos. Leticia, por ejemplo, tiene una atmósfera más institucional, con infraestructura propia de una capital departamental, mientras que Tabatinga refleja una administración más descentralizada.
Foto: Archivo personal ejemplo de parte del puerto de Tabatinga.
Foto: Archivo personal de una calle de Tabatinga.
Foto del puerto de Leticia desde el Río Amazonas.
Esta coexistencia de mezcla e identidad nacional ha sido abordada en algunos enfoques teóricos como el de la frontera porosa, que intenta explicar cómo las dinámicas sociales, culturales y económicas traspasan los límites territoriales formales. No obstante, aunque esta noción logra acercarse parcialmente a lo que se vive en esta región, sigue siendo una categoría teórica construida desde el centro, que muchas veces no logra captar la complejidad del día a día. La frontera amazónica no solo es porosa; es también simbólica, comunitaria, afectiva y profundamente marcada por relaciones desiguales entre los Estados y los pueblos indígenas. Por eso, más que encajar en un marco ya dado, la experiencia en esta región exige repensar lo que entendemos por frontera desde lo vivido.
La última y tercera interpretación que revisaremos es la que viví desde un punto de vista laboral e internacionalista. Al ser la primera vez que visité otro país, fue aún más impactante ser testigo de la combinación de cultura, tradiciones, y gran diversidad del territorio. Durante años leí sobre el significado teórico de la triple frontera, sobre las diferentes dinámicas que se llevan a cabo en este tipo de escenarios, sin embargo, verlo y vivirlo es algo completamente distinto a leerlo y estudiarlo. Es innegable que el conocimiento que me otorgaron las Relaciones Internacionales fue un catalizador para entender a detalle lo que realmente sucede en una triple frontera; para los internacionalistas el hecho de visitar otro país va más allá de conocer un lugar y una cultura, es apropiarse de los elementos que constituyen lo que es esa nación, por eso el caso de la triple frontera es tan especial, porque va mucho más allá de entender a una nación, llega al punto de demostrar que no es una frontera sino un espacio especial que no debe ser denominado según un término político, sino en base a la interpretación de quien lo está viviendo, como en mi caso.
Foto con el equipo de Fucai, nuestro compañero Chef peruano Roy, la delegación alemana de Misereor, y algunos compañeros de la comunidad.
En conclusión, vivir la experiencia en la triple frontera amazónica me hizo cuestionar las definiciones rígidas que la teoría de Relaciones Internacionales suele ofrecer sobre las fronteras. Este espacio no es solo una línea política, sino un territorio lleno de vida, diversidad cultural y una mezcla constante de identidades que desafían esas divisiones. Para las comunidades indígenas, la frontera no existe como tal; su sentido de pertenencia va más allá de los mapas.
No pretendo dar una definición cerrada ni reemplazar la teoría, sino aportar desde lo que viví, desde la experiencia directa, que muchas veces la teoría no logra captar. Como profesional que recién empieza, esta vivencia me invita a pensar que las fronteras deben entenderse desde la realidad de quienes las habitan, con todas sus complejidades y contradicciones.